“Te vuelve más humano ser payaso”: conoce a Tilichito y Pancholín, dos expertos en el arte de hacer reír

Tilichito y Pancholín se han dedicado por años a hacer reír a los culiacanenses; nos enseñan todo el proceso y lo esencial para convertirse en payaso

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Hoy, “En los zapatos de… Pancholín y Tilichito”, nos sumergimos en su mundo para descubrir el arte que hay detrás de la risa.

Seguimos los pasos de Pancholín, un malabarista urbano, y Tilichito, un payaso con más de 45 años de trayectoria, dedicado a hacer reír a quienes más lo necesitan. Me enseñaron secretos y elementos esenciales para convertirme en uno de ellos.

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Lo primero es el maquillaje, el cual es una parte fundamental para construir la identidad del payaso, ya que resalta la expresión y los detalles del rostro, como la boca y los ojos, elementos clave para captar la atención del público, como le sucedió a Pancholín:

“En ese entonces me maquillaron de payaso trampa, vagabundo. Me gustó tanto el maquillaje que dure tres días maquillado, así me dormía, me levantaba, porque yo no sabía maquillarme pues, entonces si me lo quito, ya no voy a poderme maquillar igual”, contó.

Con el maquillaje listo, el siguiente paso es el vestuario, debido a que la ropa de un payaso es tan representativa como su cara pintada, la cual debe ser colorida, cómoda y llamativa, con telas vibrantes y zapatos grandes e inusuales, estando siempre limpia, porque la presentación es clave tanto en el escenario como en la vida cotidiana.

“Yo te decía que cuando me maquillo necesariamente le pido permiso a Jorge Luis, para abandonarlo un momento y convertirlo en Tilichito, dijo.

Tilichito, payaso en Culiacán
Fuerza Informativa Azteca

Y es que, el ser payaso no es cualquier cosa. Tanto Pancholín como Tilichito coinciden en que ser payaso es mucho más que un trabajo: es una misión de vida, pues a través de sus historias, ambos han aprendido que la risa tiene un poder inmenso para cambiar el día de una persona e incluso transformar su vida.

Te vuelve más humano ser payaso, tienes que ser una persona muy emocional, tienes que sentir lo que estás haciendo, y otras de las cosas que tienes que tener siempre la chispa, esa chispa encendida para atrapar a la gente”, expresó Pancholín.

Pancholín, payaso en Culiacán
Fuerza Informativa Azteca

Más allá del maquillaje y el vestuario, hay un estudio detrás de esta profesión, debido a que las personas enfrentan miedos y preocupaciones, un payaso llega con una sonrisa para transformar los malos momentos en recuerdos felices.

“Esa es la función de los payasos, es entender la gente en el ámbito en el cual nos encontramos para poder externar todo nuestro cariño, todo nuestro aprecio, todo nuestro amor, por esa sociedad, por eso somos payaso”, dijo Tilichito.

Tilichito y Pancholín, payasos en Culiacán
Fuerza Informativa Azteca

A lo largo del día, mientras me enseñaban como ser payaso, fui testigo de cómo los pequeños gestos, las sonrisas y los momentos compartidos pueden hacer del mundo un lugar más amable. Hoy, más que nunca, ser payaso es una verdadera misión de vida, un compromiso con la alegría.

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